Este 7 de abril, la OMS, decide celebrar El Día Mundial de la Salud dedicándolo a la DEPRESIÓN.
¿Qué es la depresión?
La depresión es una enfermedad que se caracteriza por una tristeza persistente y por la pérdida de interés en las actividades con las que normalmente se disfruta, así como por la incapacidad para llevar a cabo las actividades cotidianas, durante al menos dos semanas. Además, las personas con depresión suelen presentar varios de los siguientes síntomas: pérdida de energía; cambios en el apetito; necesidad de dormir más o menos de lo normal; ansiedad; disminución de la concentración; indecisión; inquietud; sentimiento de inutilidad, culpabilidad o desesperanza; y pensamientos de autolesión o suicidio.
La depresión es una enfermedad que afecta aproximadamente a unas 300 millones de personas en todo el mundo. Puede convertirse en un problema de salud serio, especialmente cuando es de larga duración e intensidad moderada a grave, y puede causar gran sufrimiento y alterar las actividades laborales, escolares y familiares. En el peor de los casos puede llevar al suicidio. Cada año se suicidan cerca de 800.000 personas, y el suicidio es la segunda causa de muerte en el grupo etario de 15 a 29 años.
Aunque existen fármacos eficaces para su tratamiento, más de la mitad de las personas que padecen la enfermedad no recibe esos tratamientos. En algunos países esa cifra puede llegar al 90 %. Unos por un diagnóstico erróneo. Otros por la falta de recursos y de personal sanitario con cualificación.
Dependiendo del número y de la intensidad de los síntomas, los episodios depresivos pueden clasificarse como leves, moderados o graves.
Una distinción fundamental es la establecida entre la depresión en personas con y sin antecedentes de episodios maníacos. Ambos tipos de depresión pueden ser crónicos y recidivantes, especialmente cuando no se tratan. Existen dos grandes grupos: el trastorno depresivo recurrente y el trastorno afectivo bipolar.
La depresión es el resultado de interacciones complejas entre factores sociales, psicológicos y biológicos. Quienes han pasado por circunstancias vitales adversas (desempleo, luto, traumatismos psicológicos) tienen más probabilidades de sufrir depresión. A su vez, la depresión puede generar más estrés y disfunción, y empeorar la situación vital de la persona afectada y, por consiguiente, la propia depresión.
Hay relaciones entre la depresión y la salud física; así, por ejemplo, algunas enfermedades producen depresión y la depresión puede provocar enfermedades (sobre todo manifestaciones psicosomáticas).
Está demostrado que los programas de prevención reducen la depresión. Entre uno de esos programas se encuentra la Fisioterapia. En Noruega, Reino Unido y Suecia ya la prescriben para la depresión, y aquí, cada día más expertos recurren a ella.
Un estudio del Consejo General de Colegios de Fisioterapeutas de España ha puesto de relieve que, ante estas patologías, lo mejor es comenzar a tratarlas también con fisioterapia. “El estrés y la ansiedad son dos trastornos de carácter psicosomático que producen alteraciones físicas y fisiológicas como el insomnio, la pérdida de apetito, problemas de oxigenación por alteraciones respiratorias, dolor crónico, contracturas musculares, dolor de cabeza, etc. La fisioterapia ayuda a corregirlos”.
Los tratamientos psicológicos ayudan a mejorar la calidad de vida de aquellas personas que sufren cualquiera de estos trastornos. Si el tratamiento psicológico se acompaña de un tratamiento fisioterapéutico que ayude a aliviar los síntomas físicos asociados a estos trastornos, la sensación de bienestar del paciente será mayor y, por tanto, su recuperación será más rápida. Por lo tanto, la Fisioterapia es una terapia coadyuvante de primera línea.
Entre el arsenal de medidas que los Fisioteraputas podemos usar para tratar algunos síntomas de la depresión tenemos:
Masaje: moviliza el cuerpo, lo que alivia las crisis de ansiedad. “Un ejemplo muy visual es cuando a una persona se le acumula la tensión en los hombros; le falta el aire y tiene dolor. Se trata de un mecanismo somático: se tensa su musculatura, ‘se pone a la defensiva’. Además de los hombros, también se acumula tensión, en casos de depresión y ansiedad, en el diafragma”.
Terapia Manual: libera las articulaciones que se ven comprometidas con la ansiedad. “Produce un bloqueo articular. Si trabajamos esa cadena, la desbloqueamos y liberamos las tensiones”.
Estiramientos: sirve para desbloquear los músculos, que en las depresiones se encuentran contraídos y al mínimo de su capacidad.
Tratamiento cráneo-sacral: gracias a las manos del fisioterapeuta, se incrementa la vitalidad y se facilita a la persona usar sus propios recursos de autocuración.
Liberación miofascial: se trabaja el colágeno que forma la fascia (el tejido conectivo que envuelve todos los órganos y tejidos del cuerpo) y que, con la ansiedad o la depresión, se ve afectado.
Drenaje linfático: cada persona tiene una zona en la que acumula tensión. El drenaje linfático actúa sobre el sistema simpático y parasimpático; lo regula y lo compensa. Posee un efecto relajante, pues mejora la circulación. Es una terapia relajante por la naturaleza de actuación y técnica.
Fisioterapia Respiratoria: Un buen patrón respiratorio ayuda a liberar tensión muscular a la vez que ayuda a oxigenar mejor los tejidos. Su reeducación ayuda al equilibrio físico y la respiración natural y coordinada ayuda a la relajación.
Hidroterapia y ejercicio terapéutico, reeducación postural son otras opciones igualmente válidas.
Y lo que es más importante, cercanía al paciente y comprensión.
Os dejo un vídeo muy interesante acerca de la depresión. "I had a black dog, his name was depression" (Tenía un perro negro, su nombre era depresión). Está en inglés, pero en la opción de subtítulos lo podéis poner en castellano.
Y en el siguiente enlace podéis encontrar los folletos publicados por la OMS acerca de esta campaña. Folletos sobre la depresión.
0 comentarios:
Publicar un comentario